lunes, 6 de junio de 2011

Ninjas: una historia de amor y guerra cap 8


Capítulo 8: Un cálido abrazo.

Naruto abrió los ojos, al tiempo que lograba sentarse en el frío suelo de la habitación de piedra. Se refregó la parte de atrás de la cabeza, la cual le dolía bastante, y miró a su alrededor. Kakashi estaba de cuclillas a su izquierda, mientras que Miyuki estaba de rodillas a su derecha.
- ¿Dónde está Sasuke?- preguntó el rubio.
- Él está bien- contestó la muchacha de cabello plateado-. No te preocupes.
El joven la miró a los ojos, y no supo saber el porqué, pero sabía que le estaba mintiendo. Comenzó a mirar hacia todos lados, tratando de vislumbrar al pelinegro.
- ¡¿Dónde está Sasuke?!- repitió el jinyuriki, esta vez poniéndose de pie. Bruscamente. En cuanto vislumbró al Uchiha retorciéndose en el suelo, miró con furia a la kunoichi y, sin pensarlo, la tomó del cuello del chaleco y la elevó para que quedaran cara a cara- Déjalo, ahora.
- Naruto... No lo entiendes...
- ¡Sácalo de la maldita ilusión!- gritó fuera de sí el rubio.
- O--Okay... pero tienes que soltarme primero.
Naruto a miró furtivamente, la soltó y se dirigió hacia el joven. La chica, por su parte, realizó un sello de manos, el cual causó que Sasuke dejara de retorcerse instantáneamente.
- Sasuke...- susurró suavemente el chico, acercando muy despacio su mano al rostro del morocho- Sasu--
El Uchiha se despertó bruscamente, alejando de un golpe al rubio. Miró con odio a su prima, la cual seguía inmóvil, con la mirada perdida en el lugar donde Naruto la había dejado.
- ¡¿Qué quieres de mi?!- le gritó el pelinegro, incorporándose e ignorando al joven que estaba a su lado- ¡Responde, maldita!
La chica, haciendo caso omiso a las palabras de su primo, respiró profundamente y comenzó a caminar en dirección a la puerta de la habitación. Cuando estaba a punto de salir por el pasillo, dijo, sin voltearse:
- Debo cumplir mi misión.
Sasuke, ya fuera de sí, se dispuso a lanzarse sobre Miyuki, pero fue detenido por Naruto, quien lo tomó por la espalda fuertemente.
- ¡Sasuke!
- ¡Suéltame Naruto! ¡No tienes porqué meterte en esto! Se quejó el pelinegro, intentando zafarse.
- ¡Si tengo!- reprochó el otro- Hace años prometí que te llevaría de vuelta a Konoha, y aún no lo logro, ¡pero esta será la última vez! ¡Ya no te dejaré escapar, no más!
- ¡Qué me sueltes! ¡Iré tras ella y...!
- ¡No vas a ir a ningún lado!- volvió a gritar el jinyuriki, aferrando a Sasuke aún más fuerte- ¡Déjala! ¿No vez que sólo lo hace para hacerte enojar? A ella sólo le importa su estúpida misión, tú no le interesas, si la sigues, sólo va a ignorarte y de seguro te encerrará en una ilusión otra vez.
- No me interesa, tengo que luchar contra ella, matarla si es necesario...
- ¡¡NO!! ¡No voy a dejar que nadie más te haga daño Sasuke!- lanzó sin más el rubio, haciendo que el Uchiha dejara de forcejear automáticamente- No quiero que sigas sufriendo por culpa de nadie más...- le dijo, esta vez en un susurro al oído y dejándolo libre de sus brazos.
Naruto bajó apesadumbrado la mirada, fijándola en sus propios pies. Anonadado, el morocho giró sobre sus talones para poder verle la cara. Su corazón dio un vuelco en cuanto vio que los cristalinos ojos del shinobis estaban llorosos.
- Na-Naruto... ¿Q-Que estás diciendo?
Un silencio incómodo inundó todo el lugar, el aire era tan denso que se podía cortar con un cuchillo. Kakashi, que sólo se había puesto de pie, observaba a sus dos exalumnos con atención. El ninja copia podría haber jurado que los ojos de Sasuke también se habían puesto llorosos. Buscó adecuadamente las palabras necesarias, pero no las encontró, sólo recordó lo que alguna vez él mismo había dicho: a veces no hay palabras que alcancen para describir lo que sucede o sentimos. Cerró los ojos y recordó cuando esos dos jóvenes, ya casi adultos, eran apenas unos niños, cuando su rivalidad se limitaba a competir por ver quien llegaba más alto en un árbol. Pero esos días habían quedado muy atrás, ahora esos dos niños estaban frente a frente, enfrentando sentimientos opuestos dentro de sus corazones.
Naruto levantó apenas la vista, lo suficiente como para encontrarse con la de Sasuke. Su corazón se aceleró aún más al descubrir que el otro lo estaba mirando tan fijamente. Lo había dicho, había sacado al exterior lo que en verdad quería hacer. Quería que Sasuke, su Sasuke, dejara de sufrir, quería rescatarlo de toda la oscuridad y el odio que lo estaban rodeando desde hacía tanto tiempo. El llevarlo de regreso a la aldea era sólo una escusa, ahora lo comprendía, era una simple máscara para mostrar a los demás; en el fondo de su corazón lo que quería era rescatarlo y hacerlo feliz, sólo eso. Levantó el rostro, con la mirada aún clavada en los oscuros ojos del otro, y dijo:
- Lo que escuchaste Sasuke, no quiero que sigas sufriendo, que te sigan lastimando, voy a rescatarte, voy a llevarte a la aldea y voy a ayudarte a comenzar de nuevo, para que al fin puedas ser feliz.
El Uchiha abrió un poco la boca para hablar, pero no dijo nada. Estaba como atontado, sólo oía con claridad los latidos de su corazón que amenazaba con salir de su pecho. La voz del jinyuriki se oía distante, sentía que estaban solos en el mundo; tan cerca y tan lejanos a la vez... Debía acercarse a él, tenerlo cerca, abrazarlo... Cerró los ojos con fuerza y sacudió su cabeza, su mente había vuelto a divagar por esos extraños callejones.
- ¡Deja de decir estupideces Naruto! ¡Ni tu ni nadie podrán hacerme feliz!- mintió en un grito de desesperación- ¡Mi felicidad fue asesinada esa noche hace años, junto a todo mi Clan!- no sabía por qué estaba diciendo todo eso, que en el fondo sabía que eran puras mentiras, pero que los demás debían creer.
- Estás mintiendo.
- ¿Cómo sabes...?
Pero no pudo terminar la frase, porque Naruto se lanzó sobre él y lo abrazó con fuerza ante la atónita mirada de su antiguo sensei. Todos los músculos de su cuerpo se tensaron y por un extraño instante dejó de sentir los latidos de su corazón, incluso dejó de respirar. Sentía el calor proveniente del cuerpo del otro, los latidos acelerados de su corazón, el pecho que se inflaba y desinflaba con ritmo. Tomó una gran bocanada de aire, en la cual absorbió el dulce aroma del rubio cabello de Naruto. Poco a poco, su cuerpo se fue relajando y volvió a sentir su corazón, que había adquirido el ritmo del de aquel joven que lo abrazaba. Lentamente levantó sus brazos y rodeó con ellos la espalda del rubio, a la vez que enterraba su rostro en esos suaves y claros cabellos.
El jinyuriki lo abrazó con aún más fuerza, haciendo que el espacio que los separaba desapareciera por completo. Naruto fue invadido por un enorme sentimiento de ternura y amor, que lo envolvió: al fin aquel que había sido su amigo y rival lo aceptaba. Se sentía lleno de felicidad y orgullo, y su corazón  se inundó con la esperanza de que nada ni nadie los separaría nunca más.
Sasuke, por su parte, no se sentía muy diferente. Bajo sus párpados cerrados unas finas lágrimas intentaban salir. Eran lágrimas de felicidad, por primera vez en años se sentía querido, protegido, amado... invadido por una enorme burbuja de felicidad que amenazaba con explotar dentro suyo.

Y así permanecieron por muchos minutos, que para ellos fueron horas, hasta que la kunoichi de cabello plateado volvió a aparecer en la habitación con un pergamino en la mano. La chica sonrió al ver a los dos shinobis inmersos en su abrazo infinito y, dirigiéndose hacia su padre, dijo:
- Lo encontré, recuperé el pergamino de Madara.
Sasuke escuchó a la distancia las palabras de la chica y salió bruscamente de su embotamiento. Apartó la vista de Naruto y miró con aire austero a la kunoichi.
- ¿Qué haces con eso?- habló entre diente.
La sonrisa pícara de la chica dio paso a una maliciosa.
- Es lo que estaba buscando, y lo encontré.
- Ese pergamino me pertenece.
- No mi querido primo, esto- dijo, sacudiendo el pergamino en el aire- es un arma demasiado poderosa cómo para que tú la conserves.
El pelinegro atinó a lanzarse en dirección a la chica, pero Naruto lo tomó del brazo, deteniéndolo. Sasuke lo miró a los ojos con furia, pero con tan sólo observar por un minuto los cristalinos ojos del joven se quedó en su lugar.
- Será mejor que regresemos a la aldea, ¿no papá?- comentó Miyuki mirando al ninja copia.
- ¿Eh? ¡Oh! Claro...
- ¡¿Volver a la aldea?!- preguntó extrañado el rubio.
- Si, ya tenemos el pergamino y a Sasuke, ¿para qué seguir perdiendo el tiempo aquí?
- ¿A... Sasuke...?
- ¿Qué te hace pensar que yo me iré con ustedes, falsa Uchiha?
La joven no respondió, sólo se limitó a mirar a Naruto. El pelinegro también miró al rubio, el cual le devolvió la mirada. Ambos entendieron a lo que la chica se estaba refiriendo, pero aún así el Uchiha hizo un ademán como para escapar, junto cuando el jinyuriki se disponía a tomarle ambos brazos para inmovilizarlo. El vencedor fue Naruto, que con un rápido movimiento agarró al pelinegro por las muñecas y las juntó por la espalda a la altura de la cintura.
Para sorpresa del ojiazul Sasuke no forcejeó ni se resistió a caminar cuando lo obligaron a llevarlos a la salida del laberinto de túneles y habitaciones que conformaban la guarida.

Una vez afuera, Kakashi inmovilizó fuertemente al desertor y marcaron sin perder más tiempo a la Aldea Oculta entre las Hojas.

...Continuará...

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