domingo, 6 de noviembre de 2011

Noche de asesinos y disfraces - Comedia de Halloween en Akatsuki


 Hola! Este fic lo hice para un concurso de Halloween, es una comedia (o al menos eso pretende ser) ^^
No hay yaoi ni nada, es simplemente una comedia que tiene como protagonista a Orochimaru xD


 Noche de asesinos y disfraces

Era un día como cualquier otro en la guarida Akatsuki: Sasori y Deidara discutían de arte, Kakuzu contaba dinero, mientras Hidan lo acusaba de ser un “maldito ateo avaro”, Itachi leía tranquilamente un libro, Kisame acariciaba a su preciada Samehada, Zetsu estaba en el bosque; y Pain y Konan hacía varios días que no aparecían. Pero para el más pálido de estos ninjas desertores de sus aldeas, no era un día normal, ya que estaba muy enojado en su habitación, y se había negado a salir de ella desde la medianoche anterior. Aún así nadie le prestaba atención, ya que todos preferían hacer sus cosas antes que estar aguantándose los discursos de Orochimaru.
El sannin de Konoha estaba tirado en su cama, mirando el techo con odio, como si él tuviera la culpa de todo. No podía creer que los demás se hubieran olvidado de una cosa así, él siempre lo recordaba, ¿porque los demás no?
- Malditos idiotas- bufó, girándose hacia la derecha, para clavar su mirada de odio a la túnica negra con nubes rojas que estaba colgada de una silla-. ¿Cómo pudieron olvidar que hoy es mi cumpleaños?
Cerró los ojos, para intentar pensar en algún plan para hacerles pagar por olvidar semejante cosa, cuando recordó algo, algo que lo hizo sentarse de golpe.
- ¡Halloween! Por supuesto… en unos días es Hallowen… ya verán- y soltó una risotada malévola.

Cuatro días después, todos los miembros de la organización de las nubes rojas se preparaban para celebrar una fiesta de disfraces, con mucha comida y alcohol. El único que estaba malhumorado, sentado en un rincón, observando como los demás acomodaban todo para la celebración, y maldiciéndolos, era Hidan.
- ¡Son todos unos malditos ateos herejes! ¡Cómo pueden celebrar algo tan pagano como eso! ¡Jashin-sama los va a castigar, ya verán!- les había gritado el religioso a todos cuando comenzaron a planear todo.
Orochimaru estaba terminando su disfraz en su habitación, cuando alguien golpeó a su puerta.
- ¿Quién es?- preguntó.
- Yo- respondió simplemente el marionetista de Akatsuki, Sasori.
- Pasa- respondió sin darle importancia.
El pelirrojo entró a la habitación y se quedó algo anonadado con lo que vio: tela, cartón y cintas desparramados arriba de la cama y un contorsionado Orochimaru, intentando ponerse un extraño traje que, supuso, él mismo había confeccionado.
- No sabía que tenías dotes para la costura- dijo, con tono de burla en la voz.
- Si, si, ¿podrías ayudarme?
- ¿Hablas en serio?
El pálido ninja giró el cuello para mirarlo, lanzándole una mirada despectiva.
- De acuerdo, de acuerdo- refunfuñó el pelirrojo, acercándose al otro- ¿Qué quieres que haga?
- Ayúdame a pasarme esta cosa por la cabeza, al parecer la hice muy chica- respondió el pelinegro, levantando apenas los brazos, para señalarle al otro a que se refería.
Sasori se acercó aún más, observó a Orochimaru, que tenía una prenda a medio poner: tenía los brazos puestos en las mangas y la cabeza a medio pasar por el cuello de ésta. El Shinobi renegado de la Aldea de la Arena tomó con ambas manos los bordes de la prenda y tiró de ellos hacia abajo, para hacer que ésta pasara por la cabeza del pálido ninja. Cuando por fin logró hacerlo, descubrió la naturaleza del disfraz de Orochimaru.
- ¿Qué…?- comenzó a decir, al tiempo que miraba hacia la cama, cuando descubrió el resto del disfraz, lanzó una carcajada- ¡Te disfrazarás de calabaza!- gritó, tratando de contener la risa.
- Si, ¡¿y qué?!- gritó el otro.
- Nada, nada- soltó, volviéndose serio de repente, el pelirrojo-. En fin- agregó dando un suspiro-, será mejor que te apures, Pain dice que debemos estar todos en cinco minutos.
- ¿En cinco minutos? Voy a tardar más, todavía tengo que ponerme eso en la cabeza- dijo, señalando una especie de globo naranja hecho de cartón-. Ah, por cierto, el disfraz no es de calabaza, es de espantapájaros.
- ¡Espantapájaros! ¿¡Donde viste un espantapájaros con una calabaza en la cabeza!?- lanzó, casi contra su voluntad, Sasori.
- ¡Déjame en paz! Ahora vete, y ya veremos quien tiene el mejor disfraz.
- De acuerdo, de acuerdo…- dijo el marionetista, conteniendo la risa, mientras salía de la habitación.
Cuando por fin logró terminar de ponerse de su disfraz, Orochimaru se dirigió a la sala en donde se celebraría la fiesta.
- Ya verán, esta noche todos pagarán por haberse olvidado de mi cumpleaños…- susurró para sí mismo mientras caminaba.
Cuando llegó a la sala, quedó sorprendido ante lo que sus ojos veían: las paredes y el techo estaban decorados con adornos hechos de papel, obviamente al estilo de Halloween; además, había murciélagos blancos hechos con arcilla revoloteando por todos lados, de seguro creaciones de Deidara, había algunos que eran pequeños y explotaban al tiempo de estar volando y otros, más grandes, simplemente parecían tener vida propia. Había dos grandes mesas, una con comida y otra con muchas botellas de, supuso, alcohol. Aún no estaban todos presentes, solo Pain, Konan y Deidara, sin contar a Hidan, que seguía en un rincón de la habitación mirándolos con desprecio.
Los tres Akatsukis que ya estaban presentes ya estaban disfrazados: Konan tenía una capa negra que le llegaba a los talones y un sombrero con ala ancha y copa puntiaguda, además de tener colgado de su hombro lo que parecía ser un gato hecho de papel; Deidara estaba con el cabello suelto, pero bastante desarreglado, grandes ojeras violetas debajo de los ojos, la ropa toda rasgada y manchas de sangre y suciedad por todos lados, además de estar descalzo. Pain, por su parte, estaba vestido normalmente, solo que tenía unas orejas de perro del mismo color que su cabello colocadas en la cabeza.
Orochimaru se acercó al líder y, antes de que pudiera decirle algo, éste le dijo:
- ¡Al fin llegas! Ayúdale a Konan con eso, ¿quieres?- cuando habló, pudo distinguir que sus colmillos estaban más grandes de lo normal, de seguro formaban parte de su disfraz-. Por cierto, ¿de qué es tu disfraz, Orochimaru?
- De espantapájaros- respondió secamente el ninja, dirigiéndose hacia donde estaba la brujita Konan.
Justo en ese momento, aparecieron tres más en escena: Itachi, Sasori y Kisame. El Uchiha estaba más pálido de lo normal, con una túnica completamente negra cubriéndole todo el cuerpo, el cabello suelto, el sharingan activado y unos colmillos sobresaliéndole de los labios. El marionetista, por su parte, parecía que se había tirado una bolsa de arena encima, porque estaba completamente blanco (incluido su cabello), vestido con una especie de vestido blanco rasgado y cadenas colgándole de los brazos y piernas. Pero el que estaba completamente extraño era Kisame: estaba vestido con lo que parecía ser ropa hecha de aluminio y tenía unas antenas saliéndole de la cabeza. Todos se lo quedaron mirando cuando entró, a lo que el acuático ninja respondió sonoramente:
- ¿¡Qué!? ¿Nunca vieron un extraterrestre?
Nadie habló, simplemente se lo quedaron mirando, con aún más extrañamiento que antes. El espadachín simplemente resopló y se dirigió a la mesa de las bebidas, de donde agarró una botella y comenzó a tomar. Fue entonces cuando el compañero de Itachi vislumbró a Hidan.
- Hey, Hidan, ¿porque no vienes a tomar unos tragos?
- ¡Porque no voy a celebrar esa fiesta pagana, con ustedes malditos herejes!
- ¡Oh, vamos, es sólo alcohol!
- Déjalo Kisame, él se lo pierde- los interrumpió la voz de otro inmortal de la organización.
Todos lo miraron y contuvieron la risa, excepto Hidan, que se puso de pie bruscamente y comenzó a maldecir a su compañero a los cuatro vientos. La razón era que Kakuzu estaba vestido con una túnica completamente negra, con capucha y, en su mano, tenía nada más ni nada menos que la preciada oz del religioso de cabello plateado.
- ¡Devuélveme eso! ¡Maldito avaro! ¡Devuélvemelo o te cortaré la cabeza! ¡Y Jashim-sama te maldecirá y hará que sufras por toda la eternidad!
El ninja de ojos verdes lanzó una estridente carcajada y le respondió como si nada a su compañero:
- No lloriquees quieres, es sólo una fiesta. Además, no pensaba gastar ni un centavo en el disfraz, asique como tú no te ibas a disfrazar, pensé en usar tu oz, total, hoy no la necesitas.
Hidan siguió maldiciendo a su compañero inmortal, pero éste lo ignoró olímpicamente y se dirigió hacia donde estaban los demás, tomo una botella de sake, un vaso y se dispuso a beber y disfrutar de la fiesta…

Dos horas y media después, casi todas las botellas de alcohol estaban vacías y las comida se había acabado por completo. En cuanto a los temibles asesinos, ya no se veían tan temibles, ni siquiera Hidan, que había sucumbido a los encantos del alcohol como todos los demás…
Sasori, Deidara e Itachi estaban abrazados y cantaban, por alguna extraña razón, villancicos. Pain y Konan estaban sentados en una sola silla, abrazados y besándose apasionadamente, mientras que los dos inmortales reían a carcajadas mientras se maldecían mutuamente. Kisame, por su parte, estaba solo, sentado en el piso con las piernas cruzadas y con botellas a su alrededor, mirando con cara de desconcierto a todos. Mientras, Orochimaru, era el más rescatado de todos, pero aún así caminaba como sin rumbo por la sala, mientras pensaba a quien atacar primero.
- Ya verán, me las pagarán, se olvidaron de mi cumpleaños, malditos, ya verán…- murmuraba a un nivel casi inaudible.
De la nada, se paró frente a Kisame y clavó su mirada en él.
- ¿Kisame?
- ¿Um?- dijo en forma de respuesta el ninja.
- ¡Toma!- gritó de repente, sobresaltándolo y estirando su cuello hasta llegar al del otro.
Y lo mordió fuertemente, haciendo que el afectado lanzara un grito y se desmayara, para sorpresa de Orochimaru. El pálido sanin de Konoha miró por unos segundos al azulado asesino, el cual comenzó a roncar ya que se en realidad se había dormido a causa de la borrachera; resopló y se alejó de su primera víctima, dirigiéndose ahora a los tres cantores de villancicos. Cuando se paró frente a los tres ninjas, que ahora parecían completamente indefensos y no los poderosos asesinos que eran, no pudo evitar soltar una suave risa, que luego de que el trío lo mirara, disimuló como una carcajada exageradamente malvada. El menor de todos los Akatsukis lo miró muy extrañado, con las mejillas enrojecidas y las pupilas dilatadas por el alcohol.
- ¡Orochimaru~!- gritó de repente, sobresaltando al aludido- ¡Miren, es Orochimaru! ¡Tiene esa cara de amargado como siempre, aunque es una fiesta-hum!- siguió gritando, moviendo los brazos para todos lados y dirigiéndose, se suponía, a los otros dos que estaban a su lado.
- ¡No grites!- le gritó Sasori- ¡Me duele la cabeza! ¡Y encima esas cosas explosivas tuyas no ayudan!
- ¡De que hablas-hum! ¡Mis murciélagos de arcilla son puro arte~!- le respondió, por alguna extraña razón, en tono de canto, el rubio.
Los dos artistas comenzaron a discutir a los gritos, Sasori estaba muy enfadado y Deidara seguía con su tono melódico en la voz. Mientras, Itachi, que estaba en el medio de los recibiendo los gritos de ambos, miraba a Orochimaru de forma extraña, o más bien, miraba el techo que estaba por sobre y detrás del ninja de forma extraña, ya que tenía la mirada como perdida.
- Itachi- dijo el sanin, acercándose al pelinegro disfrazado de vampiro-, ¿qué es lo que te pasa?- el Uchiha no se dio por aludido, ni siquiera cuando el pálido Shinobi le tomó el mentón y le lanzó la cabeza hacia atrás, dispuesto a morder su cuello.
- ¡No-hum!- gritó el explosivo rubio nuevamente, pero esta vez, le lanzó un puñetazo al disfrazado de espantapájaros, haciendo que la cabeza de calabaza saliera volando por los aires y que su casi-victima cayera para atrás- ¡Ni se te ocurra matar a Itachi primero que yo! ¡Yo tengo que matarlo primero! ¡Después si quieres puedes matarlo tu-hum!
Sasori, mientras, que había alcanzado a manotear al Uchiha de la manga de la túnica, intentaba mantenerse en pie junto a éste, pero no lo estaba logrando con buenos resultados.
- ¡De qué estás hablando, Deidara!
- ¡De que no puedes matar a Itachi todavía! ¡Yo voy a matarlo primero-hum!
- ¡Te volviste loco!- gritó entonces el propio Itachi, soltándose de Sasori de un manotazo y caminando a los tropezones hasta donde estaban los otros dos- ¡¿Por qué querrías matarme, Dei…-soltó una risa antes de terminar- dara..?!- y siguió riendo, como desquiciado y con el rostro completamente enrojecido.
- ¡¿Qué rayos…?!- le preguntó Orochimaru, ya que el Uchiha se había tentado luego de verlo.
- ¡Tu…!- comenzó a decir, sin dejar de reírse y señalando a la calabaza hecha de cartón que estaba en el suelo- ¡¿De qué…?!- volvió a soltar una risotada- ¡¿Te disfrazaste de calabaza?!
Deidara y Sasori observaron al cumpleañero frustrado y comenzaron a reír también. Fue entonces cuando la paciencia del Shinobi se desplomó por completo.
- ¡No!- gritó, fuera de sí- ¡Soy un espantapájaros! ¡Un espantapájaros! ¡Malditos infelices! ¡Espantapájaros!- y se lanzó sobre los tres, dispuesto a golpearlos hasta la muerte si era necesario para que dejaran de reír.
Sólo entonces todos los demás Akatsukis se dieron cuenta de lo que estaba pasando, incluso Kisame, que se despertó bruscamente, dando un salto, y se unió a la pelea gritando como loco:
- ¡Me despertaron! ¡Por qué me despertaron!
- ¡Oigan, ateos paganos malditos! ¡¿Qué les pasa?!- gritó Hidan, acercándoseles con una botella vacía de sake en la mano.
- ¡Más les vale que no rompan nada! ¡O lo tendrán que pagar ustedes de sus bolsillos!- se unió el otro inmortal, obviamente también a los gritos, pero con algo mucho más peligroso que una botella vacía, con la oz de Hidan.
Aún así, a los ahora cinco ninjas que peleaban a los puñetazos, casi a la altura del piso, no les importó mucho los gritos de los inmortales y continuaron con lo suyo. Hidan, que se había acercado aún más al tumulto, fue agarrado por la mano de alguien por el cuello de la túnica y tirado hacia el centro de la batalla, haciendo que la botella cayera al piso y se rompiera en mil pedazos.
- ¡No, el sake! ¡Malditos paganos, rompieron mi sake!- y entonces el ninja de cabello plateado tuvo un buen motivo para comenzar a repartir piñas también.
- ¡¿Tu sake?! ¡Fui yo quien lo compró, religioso idiota!- Kakuzu estaba fuera de sí, nunca nadie lo había visto en ese estado, maldiciendo al nivel de su compañero de equipo. Aún así, como nadie se percató de él y de su impotencia por haber gastado tanto dinero, también se unió a la pelea.
Konan y Pain, por su parte, aún seguían abrazados, mirando a sus compañeros pelear por cosas de las que no estaban enterados. Se miraron por unos segundos y, luego, sin decir nada, se fueron hacia las habitaciones, a terminar con lo que habían empezado en la silla.
Y así fue como terminó la fiesta de Halloween: Konan y Pain en una habitación, demostrando la pación y el amor que nunca hubieran demostrado de no haber estado ebrios, y todos los demás, a excepción de Zetsu que seguía en el bosque en lo suyo, peleando con sus propios puños por cosas sin sentido…

A la mañana siguiente, fue el sigiloso Zetsu quien primero entró a la sala en la que se había celebrado la fiesta. El panorama que se encontró fue extraño y, también, algo escalofriante, al menos para él. Todos estaban tirados en el piso, completamente dormidos, todos los adornos, restos de comidas, botellas y muebles estaban desparramados y rotos por todos lados y, en cuanto a los disfraces, ya no se distinguía bien qué era cada quien.
Hidan estaba tumbado con muchos cortes en el cuerpo con su oz aferrada en una mano. Kakuzu estaba con la cabeza a medio desprender de su cuerpo, tirado muy cerca de la punta de la oz de su compañero de equipo. Sasori, Deidara e Itachi estaban abrazados, medio desvestidos y roncando sonoramente. Kisame estaba abrazado a la calabaza hecha de cartón de Orochimaru y también completamente dormido y, este último, estaba durmiendo en posición fetal, con una botella partida a la mitad en la mano.
El ninja bicolor los miró a todos, suspiró profundo y se dispuso a buscar a los dos miembros que faltaban. Y los encontró, en la habitación del líder de la organización, dormidos, abrazados y, obviamente, completamente desnudos.
- ¿Qué fue lo que paso?- preguntó muy extrañado la mitad blanca del ninja.
- ¿Qué no es obvio?- dijo en forma de respuesta su contraparte negra- Se emborracharon demasiado.
- Oh- dijo sin más el otro.

Uno a uno los miembros de la organización de asesinos más temida del mundo ninja fueron despertando y, uno a uno, se fueron quejando del terrible dolor de cabeza y de estómago que tenían, y además, de la situación en la que se encontraban al haber despertado.
Cuando por fin terminaron de limpiar el desastre y los diez estaban reunidos, ya duchados, bien despiertos y vestidos con su ropa normal, Zetsu preguntó:
- ¿Qué fue exactamente lo que pasó?
Todos lo miraron, pero ninguno respondió, excepto Orochimaru.
- Yo te diré lo que pasó, todos ustedes, malditos, se olvidaron de mi cumpleaños- dijo con enojo y cruzándose de brazos.
- ¿Tu cumpleaños?- preguntaron todos al unísono.
- ¿Qué no es el veintisiete de noviembre?- preguntó Konan.
Todos asintieron, muy confiados. El pálido ninja los miró como si le estuvieran jugando una broma.
- ¡No! ¡De octubre! ¡El veintisiete de octubre!- gritó indignado.
Todos se lo quedaron mirando con los ojos muy abiertos y con sonrisas culpables.
- Hem… perdón…- dijo Konan, encogiéndose en su asiento- Creo que nos equivocamos, lo siento, Orochimaru.
- Si, perdónanos… pero espera, ¿eso quiere decir que no habrá fiesta para celebrar su cumpleaños-hum?- dijo Deidara.
- ¿Iban a hacerme una fiesta?- preguntó extrañado el ninja de las serpientes.
Todos asintieron. Orochimaru los miró, acusadoramente, pero Hidan saltó, diciendo:
- ¡Podemos celebrarla en unos días, con mucho sake y comida!
- ¡No!- gritaron los demás.
- ¿Por qué no? ¡Claro, celebran una maldita fiesta pagana como la de anoche y no un cumpleaños!
- No, Hidan- le respondió Pain-. Celebraremos el cumpleaños atrasado, pero no habrá mucho sake, de hecho, creo que no habrá alcohol.
- Okey, okey… y que tampoco sea con disfraces, ¡porque no quiero que mi oz caiga en manos de este avaro maldito!
- Es verdad, sin disfraces, ni alcohol- afirmó Orochimaru-. Porque volverán a reírse de mi disfraz y les aseguro que la próxima vez no saldrán con vida.
- Sí, sí, claro- respondió Kisame.
- ¿Me estás insinuando que no podría matarte? ¡Soy perfectamente capaz de matar a cualquiera de ustedes!
Y por alguna extraña razón, las típicas discusiones de Akatsuki volvieron a florecer. Hidan y Kakuzu por el dinero y la religión, Sasori y Deidara por el arte… Aún así, muy en el fondo, todos sabían que la fiesta de cumpleaños iba a tener mucho alcohol y probablemente consecuencias parecidas a la de la noche anterior, pero de algo estaban seguros: no habría disfraces.

..Fin..

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Pasión, rencor, amor


Okey... este fic surgió a pedido de una de las chicas del foro "Akatsuki love", su gran imaginación, mezclada con mi locura y un poco de inspiración, dieron resultado a este escrito :) 
Contiene yaoi y lemon :)
 
Pación, rencor, amor.


Habían pasado ya cuatro años del final de la Cuarta Gran Guerra Ninja, todo estaba en paz entre las naciones, los jóvenes ninjas cumplían sus misiones con tranquilidad y entrenaban con entusiasmo. Aquellos que habían sobrevivo a la guerra, se relajaban tranquilos, esperanzados por permanecer en paz por muchos años más. Aún así, los vestigios de la guerra aún se sentían en aquellos que habían perdido a sus seres queridos.
Pero había un joven cuya vida había cambiado radicalmente desde la guerra: Naruto Uzumaki. Él había sido el héroe de esa época, había luchado con todas sus fuerzas contra el enemigo principal de la Alianza Shinobi y había ganado, matándolo y ganándose el aprecio y respeto de todos los ninjas del mundo. Él ya estaba por cumplir dieciocho años, y vivía una vida normal para un joven ninja de su edad.
Pero nuevos acontecimientos surgieron a unos días de su decimoctavo cumpleaños. Este es un relato de esos acontecimientos.

Naruto paseaba por los territorios del País del Río. Estaba entusiasmado, pronto cumpliría dieciocho años, pero también se sentía un poco nostálgico, ya que también se cumpliría un nuevo aniversario del fin de la Cuarta Gran Guerra Ninja, en donde muchos shinobis habían caído, entre ellos algunos de sus amigos y personas cercanas. Continuó caminando por largo rato, hasta que llegó a la base de lo que aparentaba ser un barranco común y corriente, especialmente en ese país. El rubio se acercó a la enorme pared de roca y apoyó la palma de su mano en ella. Con la otra mano realizó un pequeño sello y se alejó rápidamente. El barranco entero comenzó a temblar y una especie de puerta se talló en la roca, para luego dejar a la vista una enorme entrada a lo que parecía ser una cueva.
El chico observó los alrededores y entró en la cavidad. Apenas se perdió en las sombras, la gran puerta volvió a cerrarse. Naruto comenzó a caminar por el largo pasillo principal de la cueva, el cual conocía a la perfección, ya que había entrado miles de veces durante los últimos años. Cuando vislumbró la primer puerta del complejo laberíntico que formaba esa peculiar cueva, se paró frente a ella y la golpeó suavemente. No hubo respuesta, pero aún así la abrió y se introdujo en la habitación que había al otro lado.
Era una habitación medianamente pequeña, sin muchas cosas, sólo una cama y una pequeña mesa. Estaba iluminada muy tenuemente por una antorcha a cada lado de la puerta. Sobre la cama descansaba un hombre. Y no era cualquier hombre, era un Uchiha y quizás el más poderoso ninja que el mundo había visto, pero también, quizás, el más malvado de ellos. El hombre, al escuchar el sonido de la puerta, se incorporó en la cama y levantó la vista: sus ojos habían perdido el brillo que habían tenido hacía algunos años, estaban completamente opacos, grises; se había vuelto completamente ciego.
Naruto se acercó al hombre y le habló:
- ¿Cómo estás, Madara?
El ninja giró la cabeza hacia donde estaba el joven.
- ¿Por qué rayos me preguntas eso, Jinchuuriki?
- ¿Y Zetsu?
- ¿Cómo quieres que lo sepa, si no puedo ver? Y te recuerdo que eso es por tu culpa.
Naruto suspiró profundo. Uchiha Madara, el ninja que le había declarado la guerra al mundo Shinobi, había perdido ya todos sus poderes. Él mismo, en el último instante de la guerra, había decidido dejarlo vivo, ya que, habiendo perdido su visión, ya no volvería a ser una amenaza para el mundo. Era por eso que desde hacía más de tres años el Uchiha era cuidado por el único sobreviviente de la organización Akatsuki, Zetsu, en la mismísima guarida de la organización. Naruto iba regularmente a verlos, para controlar a Madara, ayudar a Zetsu y proveerlos de comida y cosas básicas. Aún así, el Uchiha era demasiado orgulloso como para perdonarle el hecho de que lo había dejado vivo en lugar de matarlo.
- De acuerdo, iré a buscarlo entonces- dijo, luego de un momento de silencio, Naruto. Se giró y comenzó a caminar hacia la puerta.
Pero Madara aún seguía siendo habilidoso, y aunque no podía ver, su oído estaba afinado, por lo que se abalanzó sobre el chico y lo lanzó al piso. Pero no éste cayó sólo, ya que logró manotear la ropa del Uchiha, haciendo que ambos cayeran. El Uzumaki se llevó una gran sorpresa al sentir que caía sobre una superficie blanda: no habían caído al suelo, sino sobre la cama. El chico abrió los ojos, ya que los había cerrado por inercia al caer, y se encontró con la cara de Madara casi pegada a la suya. Las manos del Uchiha estaban a los costados de su cuerpo y sus torsos, así como sus piernas, estaban pegadas las unas a las otras.
Por alguna razón que le resultó completamente ajena a él, la respiración de Madara comenzó a agitarse, al igual que los latidos de su corazón. Colocando sus manos sobre el pecho del morocho, intentó quitárselo de encima, pero éste no se movió. Al contrario, se acercó aún más hacia su cuerpo y, sin previo aviso, le plantó un beso en los labios. El rubio intentó rechazarlo en un principio, pero no pudo. Fue entonces que las cosas tomaron un rumbo extraño y sorprendente.
Madara comenzó a levantar la remera de Naruto, escabullendo una de sus manos por debajo de ésta. El rubio sentía que los latidos del Uchiha comenzaban a acelerarse, al igual que su respiración, y para su sorpresa, se descubrió respondiendo positivamente al beso y las caricias del hombre. Abrazó la espalda del morocho, para reducir aún más la distancia que separaba sus cuerpos y comenzó a sentir un palpitar en la entrepierna. Se separaron unos minutos, los suficientes para poder recobrar el aire y despojarse de sus ropas superiores; luego volvieron a besarse, esta vez con más pasión. Madara comenzó a bajar por el cuello de Naruto, saboreando con sus labios y su lengua cada centímetro de la piel de éste, mientras con una de sus manos, comenzaba a quitarle los pantalones al menor.
El ojiazul no se quedó atrás, sentía como su miembro se erguía cada vez más, producto de la excitación que le provocaban los besos del mayor. Cuando ya no pudo soportarlo más, ayudó al Uchiha con la ropa, logrando que ambos quedaran completamente desnudos en poco tiempo. Tomó el sedoso y lacio cabello del mayor y lo empujó hacia su entrepierna, haciendo que la boca de éste rozara su miembro. Madara comprendió al instante que era lo que deseaba e intentaba hacer Naruto, por lo que sin rodeos abrió la boca y engulló por completo el miembro, ya completamente erecto del rubio. El chico lanzó un gran gemido, lo que hizo que el Uchiha sonriese y comenzara a jugar más violentamente con su lengua y la hombría del chico.
Los gemidos de Naruto inundaron la habitación en poco tiempo, y no pasó mucho para que su néctar llenara la boca de Madara.
- ¡Ahh! ¡Madara! ¡Sigue, sigue por favor!- pidió, entre gemidos, el jinchuuriki del nueve colas.
Madara lanzó una pequeña risa- Eres ardiente y lujurioso, Uzumaki- comentó, con voz seductora-. Me encanta- y comenzó a masajear el pene del rubio, para volviera a erguirse.
Nuevos gemidos surgieron de la garganta de Naruto. El miembro de Madara también comenzó a erguirse al oír tales gemidos, por lo que sin muchas vueltas, volteó al menor, colocándolo boca abajo. Él se colocó sobre el menor y comenzó a masajear su propio miembro con una mano, mientras que la otra la utilizó para excitar la abertura del rubio.
- ¡Ah! ¡Mmm! ¡Ma-Madara!- gritaba Naruto, entre gemidos y resoplidos de placer.
El Uchiha se reclinó y le susurró cerca del oído- ¿Quieres que lo meta?
- ¡Sí! ¡Por favor, hazlo! ¡Mételo, Madara!- suplicó el Uzumaki.
Una sonrisa de satisfacción y malicia se dibujó en el rostro del morocho. Al fin había logrado que el chico lo deseara, como había estado pensando desde hacía ya un tiempo. Sin  muchas vueltas más, el Uchiha sacó sus dedos del interior de la abertura de Naruto y los reemplazó por su miembro. Un grito de dolor llegó hasta sus oídos, por lo que no se movió aún, sino que preguntó.
- ¿Estás bien?
- S-Si…- alcanzó a soltar el rubio.
- Entonces comenzaré a moverme.
- Si, hazlo.
Y, ante el tono de súplica en las palabras del menor, Madara comenzó a moverse suavemente dentro de él. Estaba muy apretado, señal de que nunca nadie había entrado en Naruto. Eso lo excitó aún más, por lo que comenzó a aumentar la velocidad de sus embestidas, haciendo que el chico gritara y gimiera con más fuerza. Eso no hizo más que excitarlo, por lo que siguió incrementando la velocidad. Ahora no eran sólo los gritos y gemidos de Naruto los que inundaban la habitación, sino también los gemidos de extremo placer de Madara.
Naruto se aferró a las sábanas con fuerza y levantó su cadera, haciéndole el trabajo un poco más fácil a quien le estaba brindando semejante placer. Nunca había experimentado con un hombre, por lo que nunca había imaginado que sería tan placentero. Sentía que su cuerpo explotaría con cada embestida que daba el Uchiha, pero esa sensación le encantaba, hacía que su excitación aumentara hasta límites que nunca había creído posibles, y que su miembro palpitara de una manera completamente nueva y exquisita.
- ¡Ah! ¡Más! ¡Sigue! ¡Ah! ¡Madara! ¡Sí! ¡Ahhhhh!
- ¡Mm! ¡Naruto! ¡Sí! ¡Ahhhhh!
Ambos llegaron al éxtasis al mismo tiempo. Naruto volvió a derramar su néctar, esta vez sobre las sábanas, y Madara lo hizo dentro del cuerpo del rubio. Cayeron exhausto sobre la cama, el morocho sobre la espalda del rubio y aún dentro de él.
Pasados unos minutos, Madara se incorporó y, tras comprobar que el rubio se había quedado dormido, comenzó a bajarse lentamente de la cama, para poder encontrar su ropa y así poder escapar de una vez por todas de ese lugar que lo apresaba desde hacía tanto tiempo. Pero entonces escuchó que una puerta demasiado cercana se habría y alguien caminaba. Instintivamente miró hacia el lugar de origen del sonido y preguntó:
- ¡¿Quién es?!
- ¿Qué es esto?- preguntó una voz un tanto suave- ¿Eres tonto?- dijo en tono de respuesta una voz más gruesa.
El Uchiha reconoció ambas voces, era Zetsu, sus dos partes, y estaba parado en el umbral de la puerta de la habitación, lo que significaba que podía verlo perfectamente, y a Naruto también.
- ¿Madara?- preguntó el Zetsu blanco- ¿Naruto-kun?- agregó, luego de verlo en la cama, completamente desnudo, al igual que Madara, y boca abajo- Parece que se estuvieron divirtiendo- dijo en un tono algo extraño el Zetsu negro.
- ¡Zetsu, deja de discutir contigo mismo y ayúdame a encontrar mi ropa!- gritó, casi fuera de sí, el Uchiha.
- De acuerdo- respondieron ambas partes del extraño Shinobi, el blanco en voz baja, mientras que el otro lo dijo con cierto tono de despecho.
Con cierto pesar en su caminar, Zetsu se acercó al Uchiha, levantó la ropa de éste que estaba tirada en el suelo, le tendió la mano al hombre, que la tomó con cierto despecho, y se la entregó para que pudiera vestirse. Sabía perfectamente que el ninja no lo dejaría ayudarlo a vestirse, ya que nunca lo hacía. El morocho se vistió algo torpemente, pero luego de unos minutos estuvo listo.
- ¿Qué quieres hacer?- preguntó Zetsu.
- Escapar- sentenció el otro.
Zetsu lo miró. Pero aún así obedeció al pedido oculto en las palabras de Madara y lo guió hasta la salida de la habitación. Justo en ese momento, Naruto despertó de su corto sueño y, al observar la situación, saltó de la cama y se interpuso entre ambos shinobis.
- ¿Qué se supone que hacen?
- ¿Qué parece que estoy haciendo?- dijo en tono de respuesta el Uchiha.
El rubio tomó fuertemente del brazo al morocho y, mirándolo a los ojos, aunque sabía que él no lo veía, le dijo:
- Asique lo que hicimos… sólo fue…
- Para distraerte, por supuesto- afirmó el Uchiha, soltándose-. Zetsu.
- Si- respondió obedientemente el ninja planta.
De la nada, unas raíces salieron del suelo de la habitación, apresando a Naruto, inmovilizándolo casi por completo. Pero el hiperactivo ninja logró zafarse rápidamente, para seguir a los dos ex Akatsukis y lograr interponérseles entre la salida de la guarida.
- No van a salir de este lugar, especialmente tu, Madara- dijo el rubio, mirándolos fijamente.
Pero apenas terminó de decir esto, la puerta de roca de la guarida comenzó a abrirse lentamente…

Mientras, o mejor dicho, unos momentos antes, dos ninjas, antes maestro y alumno, merodeaban por el bosque cercano. El mayor de ellos, de cabello plateado y tres cuartos de su cara cubiertos, le habló al menor, un morocho de profundos ojos negros, otro Uchiha.
- ¿Sasuke, qué sucede?
- Creo que… vi algo extraño…- pero no terminó de hablar, simplemente se alejó del hombre, el cual suspiró profundo y lo siguió.
El Uchiha saltaba velozmente de árbol en árbol, seguido desde cerca por Kakashi. Luego de la guerra, con la muerte de Madara, Naruto había logrado, por fin, llevar de regreso a la aldea a su amigo Sasuke. Después de muchas discusiones entre los ninjas más importates de Konoha, habían decidido que el Uchiha debería cumplir horas de servicio a la aldea, siempre custodiado por un jounin de elite y sin salir de los límites del País.
- ¡Sasuke! ¡No puedes avanzar! ¡Pasarás el límite con el País Fluvial!- le gritó Kakashi, pero no hubo caso, ya que el chico lo ignoró y siguió su camino, por lo cual el Shinobi de cabello plateado aceleró la velocidad.
Pero de pronto, el Uchiha se detuvo sobre una rama algo oculta de un árbol que estaba al costado de un río. Kakashi se paró a su lado y lo miró, el chico estaba mirando fijamente hacia adelante, y lo que estaba adelante también sorprendió al ninja copia.
Cruzando el río, había un enorme barranco y, en la base de dicho barranco, estaba parado nada más ni nada menos que Naruto. El jounin volvió a mirar a su antiguo alumno, el cual lo miró y le dijo con voz extraña:
- Ese lugar lo conozco… Madara me llevó ahí cuando me dio los ojos de mi hermano, es la antigua guarida de Akatsuki…
- ¿Qué? No puede ser, es decir… ¿Qué hace Naruto en un lugar como este?
- No lo sé, pero sentí su chakra y no pude evitar seguirlo.
- Mmm… si, es verdad, Naruto usó su chakra para algo en este lugar…
Justo entonces una enorme roca del barranco comenzó a moverse, dando lugar a una especie de enorme puerta, por la que el rubio desapareció… Permanecieron en sus lugares cerca de una hora después, la puerta volvió a moverse… Automáticamente descendieron, debían saber que era lo que había estado haciendo Naruto en ese lugar. Nunca imaginaron cual sería la respuesta a esa pregunta…

La puerta de roca se abrió, dejando entrar luz a la guarida y haciendo que tanto Naruto como Zetsu perdieran por unos segundos la visión, a causa de los rayos de sol. El rubio miró hacia afuera y distinguió dos figuras humanas que estaban justo enfrente suyo. Una de ellas, al ver a los otros dos shinobis que estaban aún dentro de la guarida, gritó:
- ¡Madara!
El aludido, al escuchar su nombre, levantó la cabeza y sonrió al reconocer la voz de quien había gritado.
- ¡Sasuke! ¡Kakashi-sensei!- dijo entre extrañado y alterado el rubio.
- Sasuke…- dijo Madara, con voz calma- Podría decir que es bueno verte de nuevo, pero primero de todo, ya no puedo ver y segundo, aunque pudiera verte, no sería bueno, traidor.
- ¡De que estás hablando, yo no soy un traidor!- el menor de los Uchihas intentó abalanzarse sobre el antiguo líder de Akatsuki, pero Naruto no lo dejó.
- Sasuke, déjalo… váyanse de aquí…
- Naruto, dijiste que lo habías matado- dijo Kakashi- ¿Por qué nos mentiste?
Naruto bajó la mirada- No tengo excusas, simplemente no pude, él quedó ciego, ya no significaría una amenaza para el mundo nunca más…
- Oh, que conmovedor...- dijo una voz a espaldas de todos, una voz que era conocida, pero odiada y muy buscada luego de la última gran guerra.
Sasuke activó automáticamente su sharingan, mientras que Kakashi se colocó frente a la entrada de la caverna con una kunai en la mano.
- Yakushi Kabuto- dijo el hombre de cabello plateado-, al fin apareces.
Kabuto, que ya no era como solía ser, ya que ni siquiera tenía ya un aspecto humano, dibujó una sonrisa malévola en su rostro.
- Al fin te encuentro, Sasuke… Es hora de que obtenga lo que me merezco…
- ¿De qué rayos estás hablando?- preguntó el morocho.
- De tu cuerpo, de tus ojos, de tu poder… al fin podrá ser mío…- respondió, con voz de psicópata, y se lanzó sobre el chico.
Pero no pudo alcanzarlo, ya que Sasuke se reemplazó a sí mismo por un clon, al tiempo que Kakashi y Naruto se abalanzaban sobre el antiguo siervo de Orochimaru. Zetsu y Madara, mientras tanto, intentaron aprovechar la situación para escapar. Mientras los tres shinobis de Konoha luchaban contra Kabuto, el ninja planta guió al Uchiha por el borde del barranco para que pudiera escapar.
Pero el cuerpo de Madara se paralizó por completo al escuchar un grito. Zetsu lo miró, extrañado, preguntándose qué le había pasado. Era el grito de Naruto, el cual había sido apresado por una especie de cola serpentosa que había salido del cuerpo de Kabuto[1]. Sin pensarlo dos veces, Madara salió corriendo de al lado de Zetsu y fue hacia el lugar donde había escuchado gritar al chico.
El Uchiha se abalanzó como pudo contra Kabuto, haciendo que éste soltara al rubio, y ambos cayeron al río.
- ¡Madara!- Naruto se reincorporó rápidamente, negando la ayuda que le ofrecía su sensei, y se dirigió hacia la corriente de agua- ¡Madara!
- ¿Naruto, que te ocurre?- preguntó Sasuke, algo extrañado por la preocupación de su amigo para con el ninja que había le declarado la guerra al mundo Shinobi hacía algunos años.
De un momento a otro, Kabuto y Madara reaparecieron en la superficie del rió. Madara sostenía al otro por la espalda, apresándolo de forma que casi no podía moverse.
- ¡Naruto!- gritó el Uchiha- Mata a este imbécil de una vez por todas, ¿quieres?
- ¡¿Qué?! P-Pero… Tú… Madara…
- ¿Eres idiota o qué? ¡Mátalo de una vez!
- Pero…- Naruto no quería atacar, sabía que si lo hacía, mataría al Uchiha también, y no podía hacerlo, ya había intentado hacerlo hacía unos años, y no había podido, que pensaba ese viejo cabrón[2] que podría hacerlo en ese momento… y sobre todo luego de lo que había pasado hacía una hora, o menos…
Fue entonces que vio a Sasuke moverse… No, no podía permitir que él matara a Madara, porque no podría soportar que ese ninja al cual había curado por años muriera en manos de alguien más, en batalla, sólo por un error suyo…
- ¡Sasuke, ni se te ocurra!- gritó Naruto, corriendo directo hacia los dos ninjas, con un Rasengan en su mano derecha- ¡Suéltalo, Madara!- volvió a gritar, justo antes de golpear a Kabuto con el gran espiral de chakra.
Ambos shinobis fueron lanzados de espalda contra una hilera de árboles cercanos. Automáticamente, el rubio se dirigió hasta donde había caído el Uchiha.
- ¡Madara, Madara!- se acercó al cuerpo tendido en el suelo y lo tomó entre sus brazos- ¿Madara, puedes oírme?
- Si, así es…- respondió suavemente el otro.
- Al fin no me hablas de mala manera- dijo con ojos llorosos el rubio, ya que sabía que la herida que tenía el Shinobi en su estómago era mortal.
- No seas tonto…- dijo el Uchiha.
- Naruto, Kabuto está muerto- dijo Sasuke, acercándose a los dos shinobis-. Madara…- comenzó a decir el menor de los Uchihas.
- No digas nada, Sasuke… no abras tu boca…
Sasuke miró con cierto desprecio al otro Uchiha, pero luego miró a su amigo, que parecía estar muy dolorido por lo próximo que se encontraba Madara de la muerte. Kakashi se acercó lentamente.
- Madara… yo…
- No digas nada, Naruto… Esto debería haber pasado hace unos años, pero tú quisiste que ocurriera ahora…- el ninja levantó la mano, alcanzando a acariciar unos centímetros el mentón del chico, para luego dejarla caer como una hoja cae de un árbol.
- ¡No… Madara!- Naruto lo abrazó fuertemente, posando sus labios sobre los del otro.
Jamás supo si fue su imaginación o si fue real, pero en ese último beso, Naruto sintió como los labios de Madara se movían un poco, respondiendo a esa despedida…

Ambos cuerpos fueron llevados a Konoha. El cuerpo de Kabuto fue entregado a los ANBU para que lo analizasen en busca de alguna técnica extraña, y luego fue cremado. El funeral de Madara, por otro lado, fue llevado a cabo en completo secreto, estando presentes sólo Sasuke, Naruto, Kakashi, el Hokage, los ANBU y Zetsu, el cual se quedó como miembro de la elite ANBU.
Los años pasaron y Naruto se convirtió en Hokage, al mismo tiempo que formaba una familia con Hyuuga Hinata, con la cual tuvo luego un pequeño niño, llamado “Mandarino”. Sasuke logró formar una familia también, para poder restaurar su clan, y tiene ocho hijos, la última, es la única niña, cuyo nombre es “Mandarina”.

- ¿Eso es todo?
- Claro que lo es, ¿qué esperabas, Iruka?
- No se… son más interesantes tus otras historias igual.
- ¿Ah, sí? Entonces no volveré a leerte nada…- dijo en tono de ofendido el ninja de cabello plateado, lanzando las hojas que tenía en su mano sobre la cara de Iruka.
- ¡No, Kakashi, espera! No te enojes, era broma.
- Si… como sea… tengo que irme… Naruto me dijo que me esperaba por la tarde en su oficina…
- ¿Naruto? Recuerda que ahora él es el Hokage, Kakashi, no creo que sea bueno meterle las mismas excusas que le metías cuando llegabas tarde a sus encuentros de equipo gennin.
- Si, si… como digas, Iruka…
- ¡Kakashi, espera!- Iruka se levantó de la cama en la cual estaba acostado y se dirigió con paso adormilado hacia el ninja copia, con las hojas en sus manos- ¿De verdad no me volverás a leer ninguna de tus historias?
- No, no voy a leértelas, ahora dame ese manuscrito…- respondió, quitándole las hojas de las manos.
- ¿Y cómo voy a leer tus historias, entonces? ¡No me puedo perder ni un solo cuento de “Paraíso Gay”!
- ¿Comprándolos, quizás? Después de todo, se supone que deberías hacer eso, no esperar hasta que yo los escriba y sacarme los manuscritos…
- Bueno, bueno… pero es que… escribes tan genialmente como Jiraiya-sama lo hacía.
Kakashi soltó un suspiro de risa, giró sobre sus talones y se fue. Él era llamado “el sucesor de Icha Icha”, pero la verdad era que él mismo no se consideraba a la altura de gran ninja ermitaño. De hecho, sacaba algunas de sus historias de acontecimientos reales, como la que acababa de leerle a Iruka, pero nadie las creía. Después de todo, ¿quién creería que el actual Hokage había tenido un momento de pasión y amor con uno de los ninjas más terribles que la historia recordaba?
Miró hacia el cielo, era un lindo día, probablemente Naruto les asignara una misión a él y a su nuevo equipo gennin…



[1] ?????? No se me ocurrió otra cosa xD
[2] Perdón, pero no se me ocurría otra expresión para describir lo que quería poner :D

jueves, 18 de agosto de 2011

Lujuria, el pecado de los inmortales

Hola!! Después de un tiempo... acá les traigo mi primer KakuHidan ^^ Tiene lemon y violación, asique no es apto para sensibles! xDDDD


Lujuria, el pecado de los inmortales.

Era una noche como cualquier otra en la guarida de Akatsuki. Itachi y Kisame habían partido por la mañana a un misión, Zetsu estaba en sus cosas como siempre, Pein y Konnan permanecía dentro, como de costumbre; Tobi y Deidara subsistían lo más alejados el uno el otro posible, ya que el rubio no soportaba ni un poco al nuevo enmascarado; y Kakuzu y Hidan habían terminado de cenar y se dirigían tranquilamente hacia sus habitaciones, cuando el morocho escuchó un peculiar ruido proveniente de una de las habitaciones que acababan de pasar. Sin darle mucha importancia, se detuvo y le dijo a su compañero:
- Oye, adelántate, yo iré a buscar la recaudación de este mes para contarla.
- ¿Otra vez?- le preguntó con cierto tono de enfado en la voz el peliplateado.
- Si, ¿qué acaso tú no le rezas todo el tiempo a ese dios tuyo? Bueno, yo cuento mi dinero varias veces.
- ¡Cómo te atreves a hablar así de Jashin-sama! ¡Te castigará, ya lo verás!- vociferó el religioso.
- Si, si, como digas Hidan…-  dijo el mayor, alejándose de su compañero.
El ojiazul soltó un gruñido, giró bruscamente sobre sus talones y se marchó, en dirección a su habitación. Por su parte, Kakuzu caminó procurando no hacer ruido hasta la altura del pasillo en donde había escuchado el extraño sonido: era la habitación de Deidara. Pegó el oído contra la pared, para poder escuchar mejor y entonces las voces de dos personas, mezcladas con otros sonidos, llegaron a él.
- ¡Suéltame! ¡Qué crees que haces, maldito Tobi! ¡Aléjate de mi!
El inmortal de ojos verdes se quedó pasmado ante lo que oyó. Era Deidara, tratando de zafarse de las manos de Tobi. No podía creerlo. ¿Esos dos, juntos? El jefe seguramente no estaría de acuerdo, especialmente si el rubio se negaba tanto… Podría ser una buena oportunidad para ganar algo de dinero extra…
De la nada, se escuchó un sonido de explosión, junto con un gruñido y pasos apresurados. El inmortal se quedó quieto, esperando para ver qué ocurriría a continuación: fue sencillo, Deidara salió prácticamente corriendo de la habitación, con la túnica cayéndosele por el hombro izquierdo y algo despeinado, definitivamente usaría eso para conseguir algo más de dinero.
Esperó tranquilamente al lado de la puerta abierta, hasta que Tobi salió de la habitación. No podía ver su rostro, pero de seguro estaba furioso, ya que su rubia presa había escapado.
- ¿Buscas a Deidara?- preguntó de repente Kakuzu.
El enmascarado se detuvo en seco y lo miró por sobre su hombro.
- ¿De qué hablas, Kakuzu?- preguntó, pretendiendo no saber nada en absoluto.
- ¡Ja! ¿Crees que no los oí? Intestaste violar a Deidara.
- ¿¡Pe-Pero de que hablas!? ¿Yo? Debes haber escuchado mal…
- No te hagas el idiota, que al parecer no lo eres ni un poco… Sé que intentaste hacerle algo al rubio. ¿Él te gusta, verdad? Sientes atracción por Deidara, ¿no es así?
- ¡Cla-Claro que no! ¡Deja de decir tonterías Kakuzu!
- Yo sé perfectamente lo que oí y, si no quieres que el jefe se entere, deberás hacerme callar…
Tobi se encogió levemente de hombros, desvió un poco la mirada y, impostando un poco la voz, dijo casi en un susurro:
- ¿Qué quieres?
- Dinero, ¿qué más podría querer?- respondió simplemente. Ya lo tenía, ahora simplemente debía hacer su oferta-. Quiero tres mil quinientos por mi silencio.
- ¿¡Tres mil quinientos!? ¡Estás loco! ¡Es demasiado!
- Eso o todos se enteras de que te calienta Deidara. Y creo que a algunos no les caerá muy bien esa noticia… Como al jefe por ejemplo…
- ¡E-Está bien, está bien! Te daré los quinientos, pero tu boca será una tumba.
- Por supuesto, seré como la tumba en la que nunca estaré- se burló el inmortal.
El enmascarado soltó un resoplido y se fue caminando a paso apresurado, dejando al ojiverde en el centro del pasillo con una sonrisa en el rostro.

Pasaron unos días, Kakuzu recibió el dinero que le había sacado a Tobi por su silencio y, en opinión del inmortal, todo había vuelto a la normalidad, ya que no había vuelto a pescar al enmascarado intentando algo con Deidara. Pero se había equivocado.  A mitad de la noche, el morocho se dirigía tranquilamente a la cocina de la guarida, cuando, al pasar enfrente de una puerta entreabierta, escuchó un quejido.
Se detuvo para ver, asomándose por la luz que dejaba el portal abierto. Y ahí los vio: Tobi amarraba a Deidara por las muñecas, mientras intentaba levantarle la túnica por la espalda.
- ¡Suéltame!- el rubio forcejeaba con sus piernas y se movía a sobremanera para que el otro no pudiera hacerle nada.
Pero todos los esfuerzos del ojiazul fueron en vano. Tobi lo aplastó contra la pared, le levantó la túnica y le bajó los pantalones. En un abrir y cerrar de ojos, el miembro erecto del enmascarado estaba dentro del rubio, el cual emitió un grito ahogado. Kakuzu permaneció quieto detrás del umbral, completamente helado. Tobi comenzó a moverse, entrando y saliendo con brusquedad del cuerpo de Deidara, quien soltaba esporádicos gritos de dolor y luchaba por no dejar caer las lágrimas que comenzaban a amontonarse en sus ojos.
Mientras tanto, el inmortal comenzó a sentir algo extraño en su entrepierna. Retrocedió un poco, haciendo que la pareja saliera de su campo de visión. No podía evitarlo, verlos lo estaba excitando, y mucho. Los gritos ahogados de Deidara y los gemidos de placer de Tobi que llegaban a sus oídos hacían que su corazón se acelerara y verlos provocaba que su miembro se endureciera y pidiera por acción. Algo alterado, comenzó a caminar a pasos torpes por el pasillo, debía llegar a su habitación y saciar su excitación por sí mismo.
En  cuanto llegó, abrió la puerta bruscamente y se dispuso a tirarse en su cama. Pero se sorprendió al ver que la misma no estaba vacía, como él la había la había dejado, había alguien en ella: Hidan. Comenzó a mirar en todas direcciones, era un estúpido, se había equivocado de habitación, se había metido en la de su compañero en lugar de en la suya. Miró al peliplateado, estaba plácidamente dormido, parecía una pequeña e indefensa niña en ese estado.
Se llevó la mano a la entrepierna, su miembro estaba completamente erecto, debía hacer algo, y Hidan estaba ahí, tan relajado, tan indefenso, tan lindo… ¿¡Pero qué rayos le estaba ocurriendo!? ¡Se estaba excitando viendo al insoportable de Hidan dormir! ¡De seguro todo eso era culpa del maldito de Tobi! Pero por otro lado… Hidan estaba ahí, en la cama, durmiendo… ¿Qué más daba? Debía hacerlo, después de todo, siempre había pensado que su compañero inmortal era guapo, qué más daba si era un hombre, qué más daba si era su compañero, qué más daba si estaba durmiendo…
Lentamente se acercó al joven, corrió suavemente las sábanas que lo cubrían y comenzó a subirse a la cama. El peliplateado se quejó dormido, girando y quedando boca abajo. Perfecto, pensó el otro. Se colocó encima de su compañero y comenzó a acariciarle la espalda, bajando suavemente su ropa interior para no despertarlo -Hidan dormía sólo en ropa interior-. Sacó su propio miembro y comenzó a masajearlo con su mano derecha, al tiempo que con la otra masajeaba los alrededores del orificio del menor. Metió un dedo, luego dos, y sólo en ese momento Hidan despertó.
- ¡Ah! ¿¡Pero qué rayos crees que hacer maldito avaro!? ¡Aléjate de mí! ¡Aaahhh!- gritó enfadado, entre gritos de dolor, el religioso.
- ¡Cállate!- vociferó el mayor- ¡Déjate llevar, Hidan…!- le dijo, al tiempo que introducía su miembro erecto y grande dentro del ano del menor.
- ¡Aaaaahhh!- el peliplateado lanzó un gran grito, arqueando la espalda- ¡N-No! ¡De-déjame, Kakuzu! ¡Aléjate de mí! ¡Sal de mí!
- No lo creo… se siente demasiado bien aquí…- dijo el morocho sin prestarle atención a los gritos del otro y comenzó a moverse en su interior, tomándolo con ambas manos de las caderas.
Kakuzu entraba y salía de Hidan a su gusto, mientras los gritos de dolor y maldiciones del menor inundaban toda la habitación, lo que hacía que el mayor se excitara aún más y se moviera más rápido, lanzando largos gemidos de placer. En cierto momento, aferró el miembro de su compañero y comenzó a masajearlo, provocando el reemplazo de los gritos de dolor por otros de placer. Continuó embistiendo y masturbando al ojiazul por un largo rato, hasta que un líquido blanquecino y espeso llenó su mano, al tiempo que de la garganta del otro salía un pronunciado gemido. El menor quedó exhausto, con el rostro contra la almohada y los brazos rodeándole la cabeza, pero él aún quería un poco más, por lo que siguió embistiéndolo, hasta que su propio liquido se vertió dentro del ojiazul.
Sacó su miembro del interior del otro y cayó sobre las sábanas revueltas con la respiración agitada. Su compañero aún permanecía en la misma posición, también muy agitado. Se colocó boca arriba, y se dispuso a intentar calmarse, cuando el menor se terminó de recostar sobre la cama y se giró para mirarlo a la cara. Estaba algo ruborizado, con los ojos un poco brillosos, sudor cayéndole por la frente y con una muy mala cara. Aún así, Kakuzu pensó que se veía despreciablemente sexi y se imaginó volviéndolo a violar. Tragó saliva para alejar esos pensamientos de su mente y escuchó lo que Hidan tenía para decirle.
- ¡Por Jashin-sama! ¿¡Qué extraño bicho te picó, Kakuzu!?
- Cállate o lo vuelvo a hacer, Hidan- le dijo en forma de respuesta con un gruñido.
El ojiazul dibujó en su rostro una pícara sonrisa- Esta bien… Entonces, ¿vas a responderme o no, que bicho te pico? ¿O acaso es que me amas y no podías resistirte?
- ¡Pero qué estupideces estás diciendo Hidan! ¡Cállate de una vez o sino…!
- ¿Volverás a hacerlo?- preguntó con cierto tono de risa en su voz.
El mayor lo miró extrañado, lo había violado y ¿le había gustado? Sabía que Hidan era un poco masoquista, pero no tenía idea de que además fuera un ninfómano.
- ¿Estás tratando de decirme que te gustó?
- ¿Qué, a ti no? Creí que si, por los gemidos que largabas, digo.
- ¡Estás completamente loco Hidan! ¡Te violé y te gustó! ¡Pero si gritabas que me alejara de ti!
- Si, al principio, pero eres bastante bueno para el sexo, Kakuzu… creo cambié de opinión.
- Definitivamente estás loco, Hidan- dijo en forma de respuesta el mayor.
- Si, loco por el sexo- afirmó el peliplateado, llevando su mano a la entrepierna del otro y aferrando fuertemente su miembro-, por tu sexo.
Kakuzu dibujó en su rostro una sonrisa con un dejo de maldad, miró a su compañero, y supo que a partir de ese momento, sería además su amante.

Fin!